jueves, 14 de junio de 2007

Lonesome Traveller: Jorge Luis Borges

Decía E.M. Cioran en alguna entrevista que un escritor sólo existe cuando es releído con fruición. (Drástico, ¿no?) Pero no deja de tener razón a la mera hora de la lectura y en este punto coincide con otro delicado, el argentino Jorge Luis Borges.
La vida, obra y milagros de Jorge Luis Borges Acevedo (Buenos Aires, 1899-Ginebra, 1986) se resume en una sola palabra: fidelidad a la lectura. Desde temprana edad se acercó a los clásicos en lengua inglesa y castellana, y es, precisamente, el oficio de la lectura el que determinó su vocación literaria: mas que construir historias (que sí lo hizo, y con una maestría insuperable), se empeñó en recuperar las tradiciones que lo precedieron. V. gr. En el caso de la novela policial, fue de los primeros en difundir la impecable factura del non Gilbert Keith Chesterton y su Padre Brown; exhumó de los panteones académicos a las antiguas literaturas germánicas, reconoció el talento y la pasión crítica del mexicano universal Alfonso Reyes, entre otras cosas.
Sin embargo, a la par de esos talentos y pasiones, Borges cargó con un peligroso estigma: la ceguera. Luego de una vida dedicada a una lectura sin tregua, pasó a las tinieblas físicas, pero ello no mermó su pasión intelectual. (Luego de perder la vista, y con ayuda de varios amigos suyos -entre éstos María Kodama, postrer esposa, amanuense y legataria de su obra-, surgieron antologías, ensayos, conferencias y hasta colecciones literarias: grata herencia de un lector de tiempo completo hacia la humanidad.)
Hoy, 14 de junio, a 21 años de su fallecimiento, queda para nosotros la indiscutible obligación de leerlo -por vez primera o para un enésima relectura, no importa-, porque, borgesianamente hablando, es lo mejor que puede sucedernos. Sin duda alguna.

1 comentario:

La niña Fonema dijo...

ah, borges, la belleza de la precisión... la seducción de las palabras... borges vivió para otros, quedó ciego para dejarnos su hermosa literatura y nadie ya aprecia su sacrificio!

salve, borges! que el tiempo no fatigue tu presencia...