jueves, 17 de mayo de 2007

Conocencias de Clío: Jean Meyer

Hace algunos años, mis tías (hermanas de mi papá) me preguntaron si sabía algo acerca de un historiador llamado Jean Meyer. La verdad, la verdad, sí sabía algunas cosas (que si estuvo en el COLMEX, que si colaboró en el guión de la telenovela La antorcha encendida, que si esto, que si aquello), pero no mucho. Luego de mis sinceras respuestas, me comentaron que, cada vez que podía, siempre se paraba para comer en el restaurante El Cono (a la sazón, el negocio de mi familia), acompañado por su esposa, la también historiadora Beatriz Rojas (del Instituto Mora, para más señas) y algunos de sus hijos. Aparte de esas referencias, no supe más del historiador franco-mexicano.
Conocí de forma oficial a don Jean en la Academia Mexicana de la Historia, el 11 de mayo de 2005, cuando éste dictó una conferencia acerca de la Guerra Cristera en Oaxaca. Esa vez, recuerdo, yo iba acompañado por Miriam Solano, quien era la más interesada en sacarle informaciones al francés hidrocálido, puesto que su (entonces) tema de tesis de la Lic. en Historia versaba sobre la Cristiada. (Ella, con su grabadora, captó buena parte de la conferencia.) A la hora de las firmas, hizo lo propio con nuestros ejemplares. Entonces, Miriam y quien esto escribe, aprovechamos para invitarlo a nuestra alma mater, e impartir una conferencia dirigida a estudiantes de Historia y de Letras Hispánicas. La idea lo entusiasmó, sólo había que ponerle fecha y hora. Dado lo apretado de su agenda, nos propuso que después de la primera quincena de noviembre de ese mismo año, estaría listo. Desafortunadamente, ni Miriam ni yo concretamos nada. Y todo quedó en mera intención.
En octubre de 2006, volvió a mi mente la propuesta para volverlo a invitar, y qué mejor ocasión que en el Coloquio por el XX Aniversario del Archivo Calles-Torreblanca. (Además, en esos días habría buen cartel: Friedrich Katz, Alan Knight, Carlos Martínez Assad, Georgette José, Javier Garciadiego, entre otros.) Lamentablemente, no logró asistir por motivos de fuerza mayor. Meses después, en la Academia Mexicana de la Historia y en ocasión del Homenaje a Edmundo O'Gorman, donde tuve la fortuna de verlo. (Fue pura casualidad, he de confesarlo.) Nos saludamos y le recordé de la conferencia. Prometí enviarle un e-mail para invitarlo de forma oficial a la FES-Acatlán, el cual me respondió con algo muy lógico en él: demasiados compromisos adquiridos con anterioridad. Aún así, insistí un poco y logró darme un nuevo período de tiempo: primer semestre de 2008. (Nada mal, ¿no?)
Hoy, en la Biblioteca Lerdo de la Secretaría de Hacienda, tuvo lugar la presentación de la revista Istor, que él dirige desde su trinchera llamada CIDE. Aproveché para saludarlo y, claro está, me firmó otros de sus libros: A la voz del Rey, su primera novela; La Revolución mexicana y Samuel Ruiz en San Cristobal (1960-1999), cosa que le agradezco sobremanera. Además, ya fijamos una posible fecha para su visita: entre marzo y abril. (Ya me pondré de acuerdo con Pilar Barroso, jefa de Historia de la FES-Acatlán, y con Rosalía Velázquez, consejera de la NRB.) Mientras tanto, leeré con fruición su trabajo sobre la Revolución mexicana.
(Si alguna vez me preguntaran cuál sería el modelo a seguir para un novel historiador, sin tapujos respondería: Jean Meyer. Lo demás, viene por añadidura.)

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